lunes, 26 de noviembre de 2012

Catorce



Se abren y se cierran,
la puerta de mi dormitorio donde de niña jugaba a volar sin alas,
la puerta del armario donde guardo el beso del martes,
la puerta de la celda, seis años y un día,
Se abren y se cierran,
la puerta que abres con timidez, “¿se puede?”, claro, túmbala y entra de una vez,
la puerta triste de la nevera: un yogur y un tomate,
la puerta del trastero donde arrumbamos en cajas nuestros errores,
Se abren y se cierran,
la puerta del despacho del jefe, “no podemos prorrogarle el contrato”,
la puerta garabateada del lavabo del colegio,
la puerta que te pilla el dedo meñique,
Se abren y se cierran, 
la puerta que nadie nos enseñó a cerrar,
la puerta de color verde de la casa de la esquina,
la puerta que se abre sin pedirnos permiso y nos inunda la intemperie.
A veces se entornan con timidez, mostrándonos un poquito de algo que podría ser. Y un día, alguna se cierra definitivamente y nos quedamos sentados en el suelo, mirándola con ojos de olvido, esperando que, quizá, vuelva a abrirse.

MARÍA CASADO ALONSO

5 comentarios:

  1. Palabras que crean imágenes, imágenes que evocan sentimientos y... mucha melancolía.

    Y ¿hasta cuándo el control en las entradas? Leo fatal siempre las letras que me abren la puerta ¡uf!

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    1. No entiendo nada: ¿qué es eso del "control de entradas"? ¿qué es lo que lees fatal? Explícamelo para tontos y lo cambio :)

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    2. Creo que te puede interesar mi última entrada :). ¡Es una maravilla!

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  2. María nos acabas de abrir una puerta que no tengo intención de cerrar. Gracias por dejarnos la llave.
    ¡Besazos!

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    1. Luis, la llave de la puerta os la regalo, por compartir conmigo vuestros maravillosos escritos. La llave que te regalo es la de la puerta cuarta:"entra y túmbala de una vez". Estará siempre abierta para vosotros...

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