jueves, 9 de abril de 2015

Me Pides


Para Carmen, 
por darme su mano y pedirme tan poco


Me pides que escriba, 
mientras sujetas mi mano,
y tu boca
y tus ojos 
y tu voz
y el dedo meñique de tu mano derecha
se despeñan por tu precipicio lleno de silencio.
Me pides que escriba y busco entre el naufragio
mi anteayer para convertirlo en hoy 
y ya no quiero seguir escribiendo
porque sólo quiero volver a saltar a la comba,
y ya no quiero seguir escribiendo,
porque al escribir vuelan pájaros sin alas,
y ya no quiero seguir escribiendo,
porque si escribo tengo miedo,
y ya no quiero seguir escribiendo
porque cuando escribo, siento
y golpeo
y enfermo
y pataleo
y me hundo
y lloro
y muero…
y escupo sobre los días que me miran como si hubieran dejado de esperarme, 
como si supieran que nunca volveré.
Me pides que escriba,
por mí, 
por ti,
por todos ellos, que ya no tienen boca,
ni dientes,
ni piel,
por su ausencia,
por oír el ruido de mis palabras golpeando en tu muerte,
por los sustantivos y también por los adjetivos,
por mi vida sin vida y con paréntesis,
Me pides que escriba
y te hago caso, 
porque quizá encuentre el lugar en el que fui feliz,
porque quiero recordar y recordar y recordar,
porque aún no he escrito el poema más bonito del mundo,
porque quiero que me sigas dando tu mano rebosante de palabras silentes.


MARÍA CASADO